Dos chinos

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EZINBESTEKO IBILBIDEA

Dos chinos

Nº de inventario: 030


Tema: Pintura racial
Técnica: Óleo sobre tela
Clasificación: Objeto de arte
Fecha: 1921 - 1922
Medidas: 140,5 x 120 cm

DESCRIPCIÓN

Durante su estancia londinense Gustavo de Maeztu buscará romper con los elementos étnicos de su pintura anterior, producir un sentimiento universal, reduciendo los procedimientos técnicos anteriores, con menos elementos decorativos.

Dos serán los temas fundamentales: el sugerente mundo oriental y los ambientes de la alta sociedad, dos mundos contrastados pero del agrado del artista. Dos maneras de reflejar esa emoción universal que tanto ansiaba para transformarse en una artista cosmopolita. El tipo racial chino adquiere un gran protagonismo, que incluso queda reflejado en su ideario plástico “Fantasía sobre los chinos”, escrito en 1923.

Frente a un paisaje urbano de colores enigmáticos y fantásticos que diluyen los perfiles de las casas, dos chinos pasean alardeando de una generosa sonrisa en el rostro, son aquellos que habitan ese mundo extraño y atractivo de la bohemia, de los arrabales, de los locales más sórdidos y de los más elegantes, de los burdeles y de todos aquellos lugares donde palpitaba lo que Maeztu consideraba el verdadero corazón de la ciudad del Támesis. En toda esta temática se vuelve a apreciar un toque sentimental, emoción que no está en ningún detalle concreto, sino en una especie de melancolía difusa que se desprende de todo el conjunto, del lugar y de las personas que lo habitan o solo transitan por él.

Lo que le interesa al artista es ese mundo en sí mismo, la existencia sola de ese mundo al margen de lo que proporciona y de lo que significa. Por eso en la composición no hay realidad en las escalas, en las proporciones, no interesa. Una vez más la literatura impregna el valor del cuadro. En esta obra podemos ver que Turner y Whistler han pasado por aquí pero, más que estos pintores mismos a los que Maeztu admiraba, son los principios atmosféricos que se mezclaron a su sensibilidad.

Traje a la europea, demasiado holgado, cubierta la cabeza con un bombín de grandes alas curvadas, gran pañuelo de lana anudado al cuello y una mirada zaina. Los ha retratado psicológicamente, más aún que gráficamente. Todos los chinos de Maeztu sonríen.

Hay en estos cuadros una aspiración artística de renovación, de revisarse así mismo, un gusto por descubrir nuevos matices, nuevas posibilidades.

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