Miguel Leache. Acuarelas y espejos

Miguel Leache. Acuarelas y espejos

Miguel Leache Acuarelas y espejos. Exposiciones Museo Gustavo de Maeztu

El trabajo más reciente de Leache, es un trabajo fotográfico y frío, en el cual ha contado con la colaboración técnica de otro navarro, y gran maestro de la cámara: el también navarro Carlos Canovas. El punto de partida fue el relato Bartleby el escribiente de Herman Melville –y el encargo de ilustrar la preciosa edición (2009) del estudio de gráfica y comunicación Ken, de Pamplona, que lleva la célebre frase Preferiría no hacerlo en cubierta, sustituyendo, desde el punto de vista tipográfico, el título original- para lo cual tiró de una web norteamericano dedicada a antiguas oficinas, que le permitieron sugerir la oficina siniestra de Wall Street, pero no en clave ochecentista como hubiera sido lo suyo de tratarse de un trabajo de ilustración, sino saltándose un poco la cronología. Entreveradas con esas imágenes de interiores de oficinas, otras obtenidas de entre sus fotografías, de paredes de ladrillo intemporales, de edificios del XIX contemplados desde las ventanas de enfrente, de depósitos de agua, de grandes anuncios sobre postes metálicos… Todo ello, falsamente recogido de cámaras web que –como queda claro- nunca han existido. Luego, las once imágenes que integran suite han sido pasadas a impresión  digital. Distanciamiento, enfriamiento, un mundo que remite a ciertos maestros fríos del Nuevo Mundo, como Richard Artschwager o el ya citado Ed Ruscha, y por mi parte me acuerdo también de otro nombre al que he hecho referencia antes, Alex Kaz, poeta de las altas oficinas siniestras iluminadas en la noche.

Pintura de todos los siglos, televisión, fotografía propia y fotografía ajena, cine, internet, literatura, cámaras ocultas, un Espejo en un cajero con luz de neón, ciudades en la noche, y hasta un rincón neutro y desolado de Orly, un rincón que reconozco, y que como tantos rincones aeroportuarios neutros y desolados, parece estar pidiendo una mirada sonriente a los Jacques Tati: con todo esto, Leache construye su fascinante universo.

Juan Manuel Bonet

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